Érase una vez una mazmorra en la que nunca salía el sol. Los habitantes de la aldea aseguraban que aquella era una mazmorra de muerte y oscuridad.
La luz inundó la mazmorra. La vida se coló por las llagas de tu espalda. Con mi fusta separé la oscuridad de la luz.
Soy tu Sol, te dije.
Mi sol, mi luz, mi camino
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